La llaman la Biblia oscura, la Antibiblia, la Biblia hermética, y de muchas más formas, pero no es otro libro, no es un antiguo manuscrito o un códice medieval extremadamente difícil de encontrar...
Balada de los caídos (D. D. Puche) es una novela de fantasía noir que nos introduce en un mundo de demonios y otros seres antiguos que sufren un eterno castigo viviendo ocultos entre los mortales. Una historia que combina el terror, el misterio y la melancolía. 4ª edición ya a la venta, publicada por Grimald Libros.
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Balada de los caídos | Trasfondo
LA BIBLIA OSCURA
Un texto oculto en otro texto
La llaman la Biblia oscura, la Antibiblia, la Biblia hermética, y de muchas más formas, pero no es otro libro, no es un antiguo manuscrito o un códice medieval extremadamente difícil de encontrar; no es un Necronomicón ni cualquiera de esos tratados ficticios por los que cierta gente está dispuesta a matar o a perder la cordura... En realidad, casi todo el mundo tiene la Biblia oscura en casa. Porque se trata de la Biblia de toda la vida, del libro que han leído millones de personas a lo largo de la historia... sin saber qué es lo que en realidad tenían en las manos. Y lo que tenían es un volumen que esconde secretos que nunca podrían haber imaginado: un texto oculto dentro de otro texto, en el que durante milenios los caídos, que viven entre los mortales y los dominan desde las sombras, han dejado claves acerca de su propia existencia y su naturaleza. Un libro que, leído por quien posee los conocimientos antiguos necesarios para ello, revela misterios sobre la Condena de los Renegados y su presencia entre los mortales, los Segundos Hijos. Un libro que nos dice mucho acerca de su pasado y su destino.
Los caídos, los Ángeles Oscuros, fueron castigados a la pseudomortalidad: atrapados en cuerpos mortales, en la materia que neutraliza gran parte de su poder, mueren y se reencarnan una y otra vez, en un ciclo que durará tanto como la propia especie humana. Y cada vez que renacen, lo olvidan todo: quiénes son, qué son verdaderamente. Pero a lo largo de cada nueva vida empiezan a recordar cosas, empiezan a experimentar un constante déjà vu que no entienden, reminiscencias de experiencias que nunca han tenido, visiones y sueños de otras vidas pasadas. En la adolescencia esas experiencias se intensifican, con el llamado Despertar, y el caído (que todavía ignora serlo) puede llegar a enloquecer, si no es encontrado por otros como él e iniciado en los misterios de su verdadera naturaleza... que no son menos peligrosos para su integridad mental que lo que han sufrido hasta el momento. Sin embargo, los que consiguen asumir su condición y realizan el aprendizaje necesario, empiezan a recordar ordenadamente vidas anteriores, y con ello adquieren conocimientos y capacidades sobrenaturales que los hacen infinitamente superiores a cualquier ser humano.
Para adquirir esos conocimientos, la lectura de determinados textos esotéricos es fundamental, y para sorpresa de los neófitos, la Biblia es uno de ellos... cuando se sabe leerla correctamente. Ciertos pasajes, adecuadamente interpretados, conectan con otros, y forman "textos transversales" que guían al lector a nuevos estados de conciencia. Los cabalistas medievales supieron algo de esto, pero nunca tuvieron las claves auténticas, y por eso sus lecturas, por más heterodoxas que fueran, nunca salieron del paradigma teológico en que se mueven las distintas religiones mortales. Entre los caídos, son los llamados Sabios los encargados de custodiar este saber arcaico y transmitirlo a las nuevas generaciones.
Este conocimiento está repartido por toda la Escritura, perfectamente visible, pero por ello mismo invisible para quien ha sido educado desde la infancia para entenderlo mal. Así, por ejemplo, dice el Salmo 82: "Yo dije: Dioses sois, todos vosotros sois hijos del Altísimo; pero moriréis como los hombres". Los caídos son seres superiores, espirituales, que proceden del Empíreo, pero están condenados a morir como cualquier ser humano como castigo por su Alzamiento, por su soberbia contra el Creador. Hay que conectar este texto (en tales asociaciones radica el arte de la Exégesis) con Ezequiel 32:27, donde se dice: "No yacen con los héroes caídos desde antiguo, que descendieron a la morada de los muertos con sus armas de guerra [...], habiendo sido el terror de los guerreros en la tierra de los vivos [de los mortales]". Este pasaje diferencia a los mortales, que tras la muerte van a parar al seol (la "fosa"), de los "héroes" antiguos que, al contrario, descienden a la "morada de los muertos". Esos héroes antiguos que sembraron el terror son los caídos, los cuales en la Antigüedad, en efecto, fueron los héroes ("semidioses") que protagonizaron las grandes gestas míticas, y cuyo destino no es el de cualquier mortal, pues ellos regresan de la muerte, aunque con otra identidad, para empezar de nuevo. Por eso en Job, 38:16-19, se hace la pregunta: "¿Has llegado tú hasta las fuentes del mar, has paseado por las profundidades del Abismo? ¿Se te han abierto las puertas de la muerte? ¿Has visto las puertas de la región tenebrosa? [...] ¿Cuál es el camino para los moradores de la luz y de las tinieblas?". El texto, que diferencia una vez más a mortales y caídos, hace referencia a la dimensión espiritual a la que las almas de los caídos retornan tras morir, sólo para regresar de nuevo a otra vida, encarnándose en otro recién nacido; un camino que recorren en un ciclo interminable y que constituye su destierro: renacer para olvidar, recordar para morir.
Si quieres conocer mejor este mundo oscuro, lee Balada de los caídos, la novela de fantasía noir escrita por D. D. Puche y publicada por Grimald Libros. Una combinación de ficción sobrenatural, terror y novela negra para jóvenes y adultos. Calidad literaria y entretenimiento... a otro nivel.
Este conocimiento está repartido por toda la Escritura, perfectamente visible, pero por ello mismo invisible para quien ha sido educado desde la infancia para entenderlo mal. Así, por ejemplo, dice el Salmo 82: "Yo dije: Dioses sois, todos vosotros sois hijos del Altísimo; pero moriréis como los hombres". Los caídos son seres superiores, espirituales, que proceden del Empíreo, pero están condenados a morir como cualquier ser humano como castigo por su Alzamiento, por su soberbia contra el Creador. Hay que conectar este texto (en tales asociaciones radica el arte de la Exégesis) con Ezequiel 32:27, donde se dice: "No yacen con los héroes caídos desde antiguo, que descendieron a la morada de los muertos con sus armas de guerra [...], habiendo sido el terror de los guerreros en la tierra de los vivos [de los mortales]". Este pasaje diferencia a los mortales, que tras la muerte van a parar al seol (la "fosa"), de los "héroes" antiguos que, al contrario, descienden a la "morada de los muertos". Esos héroes antiguos que sembraron el terror son los caídos, los cuales en la Antigüedad, en efecto, fueron los héroes ("semidioses") que protagonizaron las grandes gestas míticas, y cuyo destino no es el de cualquier mortal, pues ellos regresan de la muerte, aunque con otra identidad, para empezar de nuevo. Por eso en Job, 38:16-19, se hace la pregunta: "¿Has llegado tú hasta las fuentes del mar, has paseado por las profundidades del Abismo? ¿Se te han abierto las puertas de la muerte? ¿Has visto las puertas de la región tenebrosa? [...] ¿Cuál es el camino para los moradores de la luz y de las tinieblas?". El texto, que diferencia una vez más a mortales y caídos, hace referencia a la dimensión espiritual a la que las almas de los caídos retornan tras morir, sólo para regresar de nuevo a otra vida, encarnándose en otro recién nacido; un camino que recorren en un ciclo interminable y que constituye su destierro: renacer para olvidar, recordar para morir.
Si quieres conocer mejor este mundo oscuro, lee Balada de los caídos, la novela de fantasía noir escrita por D. D. Puche y publicada por Grimald Libros. Una combinación de ficción sobrenatural, terror y novela negra para jóvenes y adultos. Calidad literaria y entretenimiento... a otro nivel.
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