Los caídos pueden percibir y moverse por un plano espiritual, al que suelen llamar "el Otro Lado", totalmente invisible e inexistente para los mortales. Este plano juega un papel esencial en el transcurso de la novela. Te ofrecemos un fragmento en el que se describe.
Balada de los caídos es una novela de fantasía noir, escrita por D. D. Puche, que nos introduce en un mundo de demonios y otros seres antiguos que sufren un eterno castigo viviendo ocultos entre los mortales. Una historia que combina el terror, el misterio y la melancolía. 4ª edición (en tapa blanda y digital) publicada por Grimald Libros.
El mundo de los caídos
EL OTRO LADO
Los demonios viven entre nuestra realidad y otra paralela
Cuando
Blake, tras su regreso con los Señores, admitió ante sí mismo su condición,
empezó el verdadero entrenamiento, para el cual todos los meses anteriores de
meditación e introspección sólo habían sido la indispensable preparación.
William, delegando a menudo en Paul o en Oscar –pues tenía muchas ocupaciones
que atender y no podía dedicarse íntegramente a la formación de su pupilo–,
enseñó a Blake a ver el Otro lado, como lo llaman los caídos: el reverso oculto
de este mundo, que pasa inadvertido a los mortales –salvo a aquellos
especialmente intuitivos, capaces de atisbar en ocasiones algunos de sus
elementos–, pero que es perfectamente perceptible para los ángeles atrapados en
la materia. Un mundo dentro de este mundo, dominado por leyes que podrían
llamarse “mágicas” o “sobrenaturales”, aunque el término más exacto sería arcanas, o preternaturales. Antiguas fuerzas, anteriores a la creación del
propio mundo físico, pero que se solapan con éste y pueden desatar ciertos
efectos en él si se saben controlar.
En
eso consisten, al fin y al cabo, los poderes de los caídos, seres que en parte
pertenecen a este mundo, atados como están a él por su encarnación, pero que en
parte son espirituales; pertenecen a ese Otro lado que tienen que aprender a
percibir para conocerse y dominarse a sí mismos. Algunos lo llaman el mundo
espiritual; otros, el Limbo; a Oscar le gustaba llamarlo, de forma un tanto irónica
y no bien vista por todos, el Purgatorio, como mucho tiempo después llamaría,
tras dejar a los Señores, a su local. «Tienes que conocer nuestro mundo», le
decía a Blake, «nuestro verdadero mundo, que no es el de las sombras con que se
contentan los mortales, sino este otro, cuyas leyes verdaderamente rigen el
universo desde el principio de los tiempos. Y tienes que integrarte en él,
aprender a respirarlo, a llevarlo dentro. Puede que ahora te parezca
fantasmagórico, irreal; con el tiempo será al revés: el mundo de los sentidos
será el que te lo parezca».
El
Limbo, en efecto, no puede captarse a través de los sentidos, que pertenecen a
la carne y por tanto al mundo físico. Sólo se capta a través de la visión
mental, de una suerte de intuición que exige abstraerse de los sentidos
convencionales. Lleva años de preparación llegar a percibirlo. Los caídos son
capaces de aprehender simultáneamente ambos mundos, el material y el
espiritual, o por decirlo de otra forma, de ver lo espiritual en el mundo
material. Ello, a falta de términos mejores para describirlo según la percepción
de los mortales –en la que se basan su lenguaje y sus conceptos–, equivale a
decir que son capaces de percibir las auras de los seres y objetos del Otro
lado, de reconocerlos como tales en medio de las personas y cosas de este
mundo.
Al
cabo de algún tiempo, anormalmente corto, Blake fue capaz de empezar a
vislumbrar esas auras, de traspasar el tejido de lo sensible para reconocer lo
que pertenece al Otro lado. No tardaría mucho más en empezar a sentir lo que
sólo se manifiesta en el Otro lado pero no en éste, lo que es totalmente
invisible para los mortales. Todos estaban maravillados con los progresos de
Blake, que no en balde era un descubrimiento personal y el pupilo de William,
el más sabio y líder de los Señores de la Llama. Pero lo más extraño era que
ese talento, que tan rápidamente adquiría, no fuera en absoluto en paralelo con
su capacidad de recordar el pasado y de comprender sus visiones y sueños.
Normalmente el poder de los caídos depende de ello, pero en su caso no parecía
ser así, lo cual no tenía explicación aparente. Tan habilidoso era Blake en una
cosa como torpe en la otra.
Fragmento extraído de Balada de los caídos
No hay comentarios:
Publicar un comentario